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jueves, 3 de junio de 2021

LOS CORTIJOS EN EL BURGO - PARTE 1

En sucesivas entradas expondremos el cuaderno de trabajo que se diseñó para la excursión organizada desde el programa Aldea para el PUERTO DE LOS EMPEDRAOS. Esta primera parte analiza la situación de los cortijos en El Burgo. Juan Espinosa fue la persona encargada de la exposición cuando llevamos a cabo la excursión. Desde estas líneas agradecemos su inestimable colaboración.

 “Vivir en corte o en cortijo, sabio era el que lo dijo”

El sentido del anterior refranillo o frase hecha la analizaremos una vez que estudiemos las funciones de los cortijos de El Burgo en una de las cuestiones de este cuaderno de trabajo. Debatiremos su sentido.

Comenzaremos hablando de cómo eran los cortijos a finales del s. XIX, principios del s. XX. Con la ayuda de Juan Espinosa, investigador del pasado de nuestra localidad, analizaremos las características físicas de los espacios, sus funciones, qué personas vivían o trabajaban en ellos y el porqué de su abandono.

ESPACIOS Y USOS

En su diseño no podían faltar, entre otros: la era, el espacio abierto empedrado destinado a las labores de trilla; el granero, para almacenar la producción; el tinao o establo de gran amplitud junto al que se ubicaba el pajar para los bueyes destinados a la labranza; y el patio. No obstante, más allá de los espacios de labor propiamente dichos, el cortijo andaluz tradicional, sobre todo los más grandes, contaban con viviendas tanto para el dueño como para los trabajadores de la finca.

De este modo, los cortijos se convierten en una edificación compleja salpicada de patios comunicados a través de portones, por lo general, decorados. Bancos azulejados, fuentes, pozos y abrevadero también son elementos característicos situados con frecuencia en los patios del cortijo andaluz. Un gran portón de acceso, cubiertas de madera y teja árabe, así como muros de piedra y ladrillo también son parte de las características de este tipo de construcciones.

 En lo que respecta a la decoración es importante destacar que suele caracterizarse por la calidez de los materiales. La madera en el mobiliario, las vigas, puertas y hasta ventanas o los suelos de terracota son prácticamente indispensables como parte del interiorismo de estas construcciones que, por otro lado, también exhiben una buena colección de alfombras y tapices en buena parte de las dependencias residenciales donde los dueños solían quedarse.

El cortijo daba así respuesta funcional a la necesidad de alojamiento de trabajadores, estables o jornaleros, al de los propietarios cuando estaban (pues el absentismo era la norma general), al acomodo del ganado y al almacenamiento de los aperos y productos agrícolas, todo ello en edificios amplios, organizados en torno a uno o más patios de distribución.

CONDICIONES EN LOS CORTIJOS. BOLINA

A diferencia de la mayoría de cortijos en Andalucía, los cortijos de El Burgo, muchos de ellos, no están rodeados de fértiles tierras sino de esterilidad y rocas desnudas. Cortijos son el nombre con el que se les conoce, pero son actualmente una ruina con cuatro paredes que apenas se levantan del suelo. Sirva como ejemplo el cortijo de “Bolina”, al lado tiene su pozo, algún moribundo o fallecido árbol y una pequeña “era”, testimonio de que los escasísimos suelos con poca pendiente entre rocas eran cultivados.

 Cuando estaban habitados, sus condiciones no debían ser mucho mejores, la dureza del clima con frecuentes y duras nevadas, la incomunicación a la que estaban sometidos sus habitantes, con veredas maltrechas y empinadas, la escasez de agua con menguados nacimientos y, a veces, alejadas fuentes, debían hacer muy duras las condiciones de vida.

La pobreza de estos terrenos áridos, de calizas y margocalizas, con fuertes pendientes, contrasta con los suelos de la ladera de Sierra Hidalga, la que mira a Ronda, de suelos fértiles y con horizontes bien desarrollados.

En los terrenos que hoy nos ocupan, la mayoría de la superficie está cubierta por piedras y rocas que carecen de suelos, entre los escarpes rocosos serpentean pequeños torrentes que vierten sus escasas aguas hacia la cuenca del río “Turón”.

El agua está presente en épocas de lluvias, pero en verano, gran parte de la primavera y bien avanzado el otoño, aquellos terrenos bien pueden confundirse con una zona desértica o un predesierto de Almería. Aunque en el caso de nuestro pueblo, la recuperación de la flora es evidente, ya que en la década de los años 50, comenzó a aplicarse el Plan Nacional de Repoblación Forestal por parte del Gobierno de España, cuyo principal objetivo era restaurar, conservar e incrementar la superficie forestal del país. Desde estas líneas, criticar que no se tuviera en cuenta el mantenimiento de estas magníficas construcciones, que han caído en el olvido y hoy quedan sus ruinas tras el abandono de las administraciones.

Conectando de nuevo con el anterior párrafo, seguimos hablando de la época de lluvias. En determinados lugares, el agua filtrada en el suelo o la caída en forma de nieve, aflora al exterior cuando las arcillas impermeabilizan el terreno, y lo hace en forma de escasas fuentes; cerca de ellas, si el escaso suelo lo permitía, a veces existen restos de pequeñas albercas y lo que debieron ser pequeños huertos. Y entre los minúsculos llanos con un poco de tomo de suelo, se adivina, con mucha imaginación, que eran los dedicados a los cultivos de cereales, cultivos casi artesanales que debían hacerse con arado romano y mulo o burro como toda ayuda, en un intento de arañar algo productivo a la tierra estéril.

En un tiempo determinado, principios del s. XX, el encinar, los quejigos o los alcornoques existentes en nuestros campos se usaron como fuente de riqueza. Estos fueron talados masivamente para vender la leña y producir carbón para así atender a la demanda existente en las ciudades y poblaciones cercanas, pero no se tuvo en cuenta la sostenibilidad del sistema, lo cual derivó en un despoblamiento de arboleda muy abrasivo para el suelo. Los elementos del clima también actuaron de forma desfavorable puesto que la cubierta vegetal era escasa. La ganadería también actuó de manera negativa, puesto que algunos casos, no permitió una regeneración efectiva de dicha cubierta. En definitiva, un cúmulo de actuaciones y prácticas sin un plan que permitiera la sostenibilidad del sistema.

 breve reseña histórica

Como antecedente del cortijo, se suele destacar la alquería, conjunto de construcciones propia de las explotaciones agrarias de la época de la España musulmana (al-Andalus). En época tardío romana se produjo un retorno al mundo rural. Si entrásemos a analizar la Hispania Visigoda (625-711, pueblos que germánicos que derrotan al romano), la población emigró a pequeños núcleos abandonados por distintas circunstancias. Un ejemplo similar lo podemos encontrar en la España vaciada actual, donde hay personas que vuelven a habitar pueblos abandonados porque quieren desarrollar una actividad agraria o ganadera a pequeña escala o arreglar un caserío para habitarlo o abrirlo como alojamiento. Algo parecido ocurrió en aquella época. Aparecieron pequeños diseminados y pequeñas casas más aisladas fueron reformadas (antecedentes de las cortijadas). Podemos hablar de una arquitectura de salvación. Pequeñas casas de una o dos estancias que se calentaban con un pequeño humero, que a su vez servía de cocina. En el exterior no podía faltar el horno para el pan o un pequeño corral para el ganado. Como siempre, con agua cerca. Una pequeña fuente, un arroyo cercano o un pequeño río con un caudal irregular pero que no se secara en todo el año.

1 Recreación de alquería

 
Siguiendo con el relato, grupos provenientes de Oriente y Norte de África (árabes, sirios y bereberes) de religión musulmana, realizan una incursión por el Sur de España para declarar la guerra a los visigodos. Derrotan al rey Don Rodrigo en la batalla de Guadalete y dominan gran parte de la península Ibérica. Su último reducto, el reino de Granada se rinde ante los Reyes Católicos en 1492… pero no sigamos, que no es el tema, pero está relacionado, porque en Al-Andalus, esas pequeñas casas rurales aisladas en el campo, fueron transformadas en alquerías. Aparecen estas construcciones en época de paz, donde el territorio ya se encuentra islamizado y la población se centra en subsistir y ya no es temerosa de una contienda bélica.

 Cuando se produce la reconquista, las alquerías sufren reformas y es lógico, puesto que la estética islámica se transforma. Dando un salto en el tiempo, y volviendo al punto de partida, finales del s. XIX, principios del s. XX, los cortijos estuvieron en manos de dueños asentados económicamente hablando, que en mucho de los casos recurrieron inconscientemente a los hábitos de recaudación de la época árabe. Como ejemplo podemos citar el “talbix”, que era un tributo recogido en los lugares de estacionamiento del ganado de aquella época. En época moderna, el sistema de arrendamiento de cortijos tenía varias tipologías. La más curiosa era la de “cuarterones” y “los tercios”, donde los dueños cedían los terrenos a particulares y estos trabajaban la tierra, donde el señorito, sin asumir riesgo alguno, se adjudicaba la tercera parte de la cosecha.

Bolina, el Ventorrillo (puerto de los empedraos), el cortijo del Chorrito, La víbora, son sitios de paso de ganado, así como muchos de los cortijos existentes, baste mirar el cortijo del Pilar, situado en el paso hacia Casarabonela o Ardales. Sitios estratégicos que eran áreas de descanso en su época y como en toda área, hay que pagar por los servicios.


2 Víbora baja

En el Puerto de los Empedrados, se halla ubicado el Ventorrillo. Su humilde construcción nos pone de manifiesto en primer lugar sus características físicas:

-          Es un espacio delimitado por construcciones de muros de piedra del terreno y como mortero se utiliza la tierra del lugar.

-          La techumbre está formada por piezas de madera y tejas.

-          Dispone de una era embaldosada para la recogida de granos.

La funcionalidad del Ventorrillo, era la de dar cobijo y descanso a personas que, promovidos por algún fin, transitaban por la antigua calzada romana, camino medieval y en nuestros días Camino Real.

Como norma general esta edificación estaba regentada por una familia, la cual atendía las necesidades de los viandantes (comida, descanso etc.) tanto de personas como de animales y rebaños. Todo ello por un módico precio económico.

A finales del siglo XIX, la familia que vivía habitualmente prestando dichos servicios, estaba formada por Cristóbal Mingolla Ramírez, natural de Setenil, y su mujer Ana Gallardo Gómez, natural de El Burgo y con tres hijos. A estos se les  conocía por el apodo de “Pasos Largos”. Los mismos complementaban su deficitaria economía, además, con la agrícola y ganadera. En años posteriores se produce su abandono.

En sus proximidades existe una cueva conocida con el nombre de “Clavellino”. La misma durante la pasada guerra de la Independencia contra los franceses año (1808), se habilitó como polvorín provisional para abastecer de armas y munición al ejército español que combatía al francés asentado en Ronda.

También la utilizaba  de cobijo y morada  Juan José Mingolla Gallardo “Pasos Largos”.

Cortijos próximos a este lugar lo son: Boquerón, Nogal, Bolina, La Sierra y Dehesilla.

COMENTARIO/ENTREVISTA SOBRE ALGUNOS DE ELLOS Y ELLAS

Nogal: Era dueña doña Paz García y Ponce de León, y lo regentaba su sobrina viuda Vicenta Pérez González y sus ocho hijos.

La parte ganadera la tenía arrendada un pastor y la de siembra de trigo a mi abuelo Juan Espinosa Duarte, conocido en el pueblo por el apodo de “Capellano”. Según me comentaba mi padre, este sistema de arrendamiento se terminó cuando falleció mi abuelo en el año 1934.

Mi padre continuó con su actividad de pastor con 14 años junto a José Mora Beltrán en el cortijo de la Víbora Alta y Baja propiedad de Agustín Pérez.

Cortijo de la Dehesilla: De este cortijo me comentaba anécdotas y vivencias, una tía de mi mujer (Carmen Canto García). Regentaba este cortijo su padre Juan José Canto Muñoz, su mujer y nueve hijos. Debido a las necesidades y penalidades que esta actividad agrícola y ganadera conllevaba, el matrimonio decidió emigrar a la ciudad de Ceuta, en dicha ciudad llegaron a prosperar y vivir dignamente todos sus miembros.

Cortijo de la Sierra: Es uno de los más emblemáticos de El Burgo. Además de ejercer sus funciones de cortijo rural dedicado a la agricultura y ganadería, el mismo está ubicado al paso del Camino Real (El Burgo-Ronda). Dispone de un pozo artesiano con un buen caudal de agua con varias piletas que reflejan su antigüedad, por lo que es de utilidad pública porque en sus alrededores existe una zona como “descansadero de ganados”. Aunque su última actividad ha sido la agrícola y ganadera, también ha sido espacio donde se ha mantenido y criado reses bravas para la lidia.

También se ha de mencionar que en el año 1948, se llevó a cabo en este cortijo la celebración de la primera comunión de los niños y niñas que tenían la edad para ella. Previamente, para este fin, el sacerdote don Vicente Pérez Marañón y las catequistas se desplazaban desde El Burgo hasta la Sierra para impartir la catequesis.

En el mes de mayo de dicho año, los niños de los cortijos (la Sierra, Dehesilla, Hierba Buena, Buena vista, Víbora Alta y Baja), realizaron dicho acto bajo la presidencia de la imagen de la “Virgen Milagrosa”, la cual fue procesionada hasta los filares del “Puertecillo Roque”.

El abandono de los cortijos se produce cuando las familias propietarias y asalariados, pastores y ganaderos, tienen que buscar nuevos sistemas económicos para poder vivir dignamente.

A todo ello se le une que a partir de los años 1960, se comienza a practicar la época de la emigración en El Burgo.

Los lugares de destino eran (Bilbao, Barcelona, Madrid y Málaga), y a lugares del extranjero (Alemania, Francia, Suiza y Australia).

Los efectos de la emigración producen una falta de mano de obra en el medio rural de nuestro pueblo, de tal magnitud que para la repoblación forestal, se tuvo que contratar a mujeres y niños. En esos años comienza el Estado Español a fomentar el ICONA y el IARA. Por lo que muchos cortijos y sus tierras fueron adquirida por el Estado para transformarlos en espacios y zonas de pinares.

CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA

Imaginemos a los pastores cuidando rebaños de los señoritos en los convulsos años posteriores a la guerra civil española, pensando cómo justificar ante ellos no poder pagar la aparcería por la sequía, la enfermedad o la “espantá” de los rebaños por los truenos y tormentas, podemos imaginar a los muchachos y las muchachas mal vestidas y peor calzadas, ocupados todo el santo día en buscar la oveja o la cabra “paría” que no aparece, en evitar que las cabras invadan el huerto o se coman los cultivos de cereales; podemos pensar en las muchachas ayudando a la madre en sus múltiples obligaciones; pero sobre todo, pensemos en las mujeres que aquí vivieron, aquí parieron, lloraron a sus hijos o hijas muertas al nacer o picados por víboras, despeñados en algún tajo; tal vez soñando con que alguno de sus hijos o hijas pudiera irse a Ronda, o incluso a El Burgo, como “aprendiz” de algún oficio o alguna de sus hijas a casa de los señoritos a “servir”. Triste… ¿verdad? Seguramente fuesen personas duras y con rostros curtidos por entorno, criadas al abrigo de lo que el medio natural les aportara. Por ello, debemos valorar todo lo que tenemos a nuestro alcance, valorar el pasado y afrontar el presente con esfuerzo para labrarnos un futuro adecuado en consonancia con los tiempos y las dificultades que se nos presentan. Aprender lo positivo y corregir la mala praxis. (Extracto artículo diario Sur: Andrés R. G.)

Sirva de buen ejemplo el espíritu de superación de estos moradores de los cortijos de nuestro pueblo, que ante las adversidades buscaban la mejor solución que tenían a su alcance, hasta que los cortijos fueron condenados al olvido.

 





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